Cabe suponer que el pintor norteamericano Edward Hopper hubiera estado de acuerdo con la sentencia borgiana que reza que la poesía —el arte— es la inminencia de una revelación que no se produce. A lo largo de las páginas de Las historias secretas que Hopper pintó, los personajes de Erika y el universo de Hopper convergen para explorar la soledad, la rebeldía callada y la desazón de unas mujeres que andan cerca de la inminencia de una revelación, que Hopper se encarga de inmortalizar en sus cuadros.